Estabas fuera de mi vista, fuera del angulo desde donde estaba sentado. Dabas ánimos de querer seguir viéndote mientras te sentabas sola en aquella aula sucia. ¿Como no compartir mi soledad con la tuya? Es lo único que me queda aquí de pie, sin provocarlo se crea y florece, como esa pequeña sonrisa que siempre llevas.
Aquí he vivido desde siempre, lejos de los demás, adoptando el hablarle a mi sombra distraída como si todos los días tuviera que dar un discurso ante ella, como si esa fea sombra fuese la reina. Cautivaste el relieve de ella y besaste la nube de mi lluvia, arrancaste el humo de mis pulmones con tu suave aroma de primavera, aunque sea otoño.
Sueños del oriente por amantes de la mente, extranjera de la ciudad que me vio arrastrándome.
Real o no, supongo que esto es amor.
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