Escuche moscas hablar sobre astutas estrellas que en tan solo un segundo escapaban de la tragedia; pensamos que al adquirir dones con violencia hacemos que el mundo gire para nosotros, pero esos cuentos cualquiera se los inventa.
Estamos advertidos desde hace tiempo que después de la muerte no usaremos mas nuestra voz sino nuestro legado, porque la tierra no perdona y succiona de nuestro espíritu cada diminuto espacio.
Estudiamos los sistemas que nosotros mismos inventamos y elaboramos acertijos para nuestra especie a modo de retos personalizados. Sin futuro ni avance en aquella alma, construida por transmutaciones perversas por entes y terceros, sufrimos solos por la falta de independencia en este cielo infinito.
Pobre estrella con la que compartimos un diminuto brillo que consuela nuestro orgullo y que algunos interpretamos como dioses, cuando lo que merece un templo es nuestra fuerza de voluntad por querer estar mañana haciendo sonreír a nuestra sangre y colegas que nunca nos dejan como nosotros los dejamos a ellos. Es la constelación perfecta, la corazonada de que se acerca el polvo de estrellas.
foto: tfavretto
No hay comentarios:
Publicar un comentario