lunes, 2 de marzo de 2015

No existimos.



La sensación de saber que vas a morir (sin saber cuando entonces) es indescriptible, y por lo menos para mi, no es tanto el pavor que esto crea sino lo que sucede con tu existencia a partir de ser impactado por esta carrera de neuronas: el 'ser' se despega del 'estar' y el 'estar' depende del 'ser', mirar al cielo ya no es ver gradientes de azules sino escapar de las cadenas de la gravedad, beber café es el himno y el frío de la mañana la bandera, todo cambia porque te das cuenta que la vida existe, pero tu no, tan solo es la idea implantada y dada en un ambiente por influencias de terceros y acomodación de percepciones, que cumple un ciclo de desarrollo de otra idea, la idea de SER humano, lo que te hace ser tú. 

El mayor fenómeno de la historia conocida lo tenemos frente al espejo, el encanto químico en nuestros cráneos que nos dicta si nos vemos bien o no, si estamos peinados o despeinados, si nos sentimos contentos o miserables, si tenemos hambre o nos sentimos enfermos, todo esto nos vuelve a cada uno de nosotros un grano de arena en la misma playa, hablamos, nos entendemos, nos amamos, nos matamos, inventamos, destruimos, comemos, cagamos, reímos, lloramos, todos bajo el mismo mandamiento: una idea. Piensalo, tu no eres tu cuerpo, solo puedes cargar con el y controlarlo a voluntad.

Solo somos eso, la idea del individuo. No existimos, todo es una ilusión química alimentada. La conducta del 'ser' nos atrapó en un ciclo del que, a menos que nazcas en el lugar mas remoto del universo, es imposible escapar. 

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