jueves, 29 de enero de 2015

Blanco.


Busco sentirme mejor, si les soy sincero, con lo que sea que aparezca. Estoy deshaciéndome de cosas materiales que no hacen nada en mi día a día, estoy borrando archivos, botando documentos... tal vez parezca tonto pero me hace sentir un poco mejor respecto a mis alrededores. Estoy cayendo, y esta vez parece difícil levantarse con los mismos ánimos que antes, he llegado a crear proyectos que puedo decir que son míos, que yo los "parí" y no sentirme a gusto con ellos, puesto que su desarrollo y complementación no van de la mano con el apoyo de tu sangre, tu familia. Todo es difícil, ya lo se, pero los años pasan y no me estoy haciendo mas sabio, no se que me pasa. No me siento listo para salir al mundo real, y esto de crear mi propia fuente de petroleo se ha vuelto un motivo con mucho peso para evitar ir allá,  evito porque tengo miedo, mucho miedo,  y quiero subsistir sin pasearme por ahí.

Me recuesto en estas paredes que no se mantendrán por mucho tiempo más protegiéndome del exterior, a la vez que pienso en cosas a las que podría invertir mis dos inútiles manos sin pasar tanta vergüenza,  y no llego a dar con la respuesta. Mientras más camino dejo atrás, más borroso veo un futuro en esta tierra, bendita de calor y corrupción, de frutas y polución, de analfabetismo y alcohol...y me alejo hacía un mundo donde no reina nadie mas que yo, donde no existe el estrés, donde la gente es amable sin esperar nada a cambio, y el prejuicio no se contacta con nuestros niños. Quisiera que la brisa me responda mientras camino en mi fuga hacía ese lugar, le prometo a los arboles ir despacio para que, si viene, pueda alcanzarme con su soplo de alba. Puedo escribir si ella quiere, puedo brindar un par de veces mas, puedo reír, puedo llorar. Golpeo mi cabeza mientras plasmo la idea, tratando de clavarla en el pavimento por el cual camina la sociedad, todos juntos, sin mí. Yo no quiero caminar por ahí, no quiero reclutar más ojeras, no quiero etiquetar a la rutina en mis ojos... Por favor...Yo no quiero seguir...






sábado, 24 de enero de 2015

El cineasta


De tragedias aprendimos y de tragedias aprenderemos, puedo crear un vinculo como casi todos los lectores hacía esas situaciones de terceros que hasta te pueden poner la piel de gallina con solo escucharlas; no hace falta verlas, sino que con solo saber lo que pasa te envuelve entre las pieles de los protagonistas hasta que tu respiración sofocante se hace incontrolable, y entonces allí en ese corto segundo te das cuenta que tu vida no es tan mala, que no "apesta", que no sufres lo que en realidad sufres por tus redes sociales. Y es que aquel hombre que veo casualmente por ahí, conocido y de manos estrechadas, es un ejemplar del áspero perro faldero que llamamos sociedad, sujeto al que podemos mirar con una sonrisa amable pero con ojos cansados. Ese hombre humilde, que le es infiel a su vida propia con la esperanza de triunfar en un mundo tan truncado como el del arte, tan agridulce que así como te puede tragar, te puede escupir violentamente y dejar tu mente en un estado de paraplejia, allá, en los confines de la frustración. 

Alto, un poco descuidado, alegre y sociable, este señor que ronda por los 40 y tantos tiene la habilidad de caerle bien a cualquiera en pocos segundos, no conozco su procedencia ni tampoco su pasado, solo conozco su nombre y su meta: llegar. Sus ojos conservan la tristeza y las dificultades que día a día chocan con su cuerpo; una madre en estado vegetal, divorciado y sin casa, el conserva guiones, de cortometrajes y películas, al estilo más amateur pero que son de su autoria, siempre con una critica social esperando despertar en las personas conciencia alguna en sus "evolucionadas" mentes, los tiene por ahí redactados en papel, pagando una maquina en su centro de internet, buscando el momento, mostrándolo a diferentes productores de categoría avanzada, "gente del medio" que les cierra las puertas, por tener fallos, por no ser "suficiente", por que hay que mejorarlos, etc... Pero el, con aproximadamente mas de una década en su espalda, no acepta un "NO" como respuesta, y sigue su estrecho camino, esperando llegar donde tanto anhela. El arte está ahi y quiere saber cómo salir, una voluntad que no existe en todo el mundo y un amor por ese mundo que no se detiene ni con la más difícil caída. Dormir en el humilde negocio de su ex-esposa por las noches no lo detiene de soñar, ni lo detendrá.

La esperanza es lo último que se pierde, dicen por ahí. Yo no lo sé, yo nunca la he tenido, quizá deba aprender algo de el, porque de tragedias aprendimos y de tragedias aprenderemos.