miércoles, 11 de diciembre de 2013

"Alfombra Sucia"




La conocí un verano, era maravillosa e inocente, o al menos eso aparentaba. Me gustaba por la sencillez que proyectaba, pero con el paso del tiempo esa misma sencillez que me atraía hacía que volteara la mirada hacia otro extremo del lugar donde estábamos. Nunca hubo copas, ni reuniones, ni sorpresas, todo fue ameno, y como ella: sencillo; quizá pedía demasiado, era una humilde chica de la ciudad que disfrutaba de la diversión con sus amigos y música popular, pero no vi pasión en sus ojos, no vi un "vete al demonio" a la vida mientras le sacaba el dedo, no vi emoción, no vi el reto de cruzar el atlántico por ella. Hasta que perecí en la monotonía del "me gustas" como motor de los besos y perdí el interés por algo a largo plazo. Nunca creí que pasaría, pues al conocerla veía algo que no existía y casi me enamoro de algo creado en mi mente. Lucy era su nombre, y junto a Estella eran dos mundos distintos que atravesaron mi órbita inestable por un corto tiempo. No me gustaba hacerlas llorar, ni que pensaran que estaban mal, trate de encargarme de sus sonrisas y de colocar risas en el aire mientras estábamos juntos.

Estella era de otro lado del pueblo, hacía locuras, lo ilegal era legal en su mundo, escuchaba voces en las noches, lloraba por odiarse y vomitaba en las aceras del viejo Londres sin interés alguno en las consecuencias que llevaron a su cuerpo a  inclinarse y rechazar el alcohol. La conocí tiempo después de Lucy, y su atracción por mi fue difícil de ignorar, asi que la traje a casa y le serví unas copas, ella quemó un cigarro en su muñeca y me pidió que la devorara en la alfombra. No esperaba tanta aceptación a este desempleado inmerso en deudas y tragedias en el subconsciente, ni tampoco ganas de sentirme dentro de ella, pero obedecí.
No se que pasó, ya estaba en otro mundo, conocí nuevos licores, nuevo sitios, nuevas palabras, nuevas formas de ver el mundo, y aunque sabía que quemaría en el infierno por pecador y hereje, podía saborear el lujo de contar con una experiencia interesante en esta patética vida mía, pues, solo se vive una vez, ¿no?

Madame Flora me obsequió una moneda el dia que fui a visitarla por una visión de mi futuro casi exacta, solo que en vez de dos mundos mencionó dos cabras que correrían por mi abdomen hasta enterrarme en el pasto y luego comer mis ojos para que no viera como les extraían la leche. Me dijo que, a la salida del pueblo, cruzando un viejo roble en forma de Y, yacía un arrollo limpio de basura, y que, cuando uno de los mundos (o cabras según ella) desapareciera del panorama de mi cielo, yo lanzara la moneda en aquel arrollo, y me fijara como la moneda, por encima de las piedras del fondo y demás obstáculos, andaba normal en el flujo del agua hasta el río grande. Todo seguirá su rumbo una vez que entra a la corriente de la vida.

Las velas del pueblo se apagaban mientras mi deseo por estar solo se encendía, y no quedaba nada para mi en las calles húmedas de piedra. Y así, una noche cualquiera, bajo el efecto de la luna avergonzada detrás de nubes negras, le dije adiós a ambas diciéndoles la verdad, la verdad de la mentira, el engaño, y partí. Posteriormente caería allí, solo, sin nadie a mi alrededor mas que el fuego de mi chimenea apagándose. Ni Lucy's...ni Estella's...solo yo, afrontando el hecho de que tarde o temprano, una de ellas estaría feliz de que este puñal atravesó mi abdomen con éxito, provocando que manchara la alfombra en la cual tuve a ambas, asi como estoy en este instante, con un placer justo.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Navidad al aire.

Navidad era mi época favorita de niño: chocolate caliente varios días de la semana, donde solía vivir las calles eran calladas, veía muchas luces desde la ventana del vehículo cuando salíamos, mucha tranquilidad, mucho frío, era perfecto. Junto con las mañanas de verano, eran el motivo por el cual añoro día tras día susodicha época.

Poco recuerdo de aquel entonces, osea, apenas recuerdo que comí antes de ayer, aunque con el tiempo voy recordando pequeños momentos, muy breves, de mi niñez. Mi pequeña mente se fijaba en todo pero al mismo tiempo en nada, vivía en aire, andaba de paseo con el viento en medio de las personas. No importaba lo que decías de mi, aunque sí me importaba quedar bien con los demás, pero en general pensaba que todas las personas de este mundo eran como yo: soñadoras, inocentes, conectados con ese sentir, ese sentir del que dependía mi felicidad en aquel tiempo y que, aun el día de hoy no descifro. ¿Qué era eso, el don de la ignorancia, la inocencia de un niño, qué? No todos los niños, ni ayer ni hoy, tienen esa bendición encima, la inocencia de un niño es tan difícil de encontrar como lógica a un programa de reality show en la televisión. Dudo que un gran porcentaje de los que me leen encuentren sentido en mis palabras, casi nadie recuerda haber tenido un cc. de inocencia, casi todos estamos construidos, moldeados por quien sabe que fuerza en la sociedad, y entregados a la misma como un estereotipo mentalmente capacitado para adaptarse a todo mal que venga.

Solo sé que esa inocencia me hacía sentir único, me hacía sentir invencible, capaz de crear paz mundial, conectarme con la belleza que hay allá afuera de manera sencilla, sin necesidad de contactos, labia, posición económica ni el tamaño de mi billetera, mucho menos de que mi padre tenía que ser miembro de alguna junta, de alguna mesa directiva, o tener que conocer al jefe de una empresa para agradar a los demás, irónicamente, el mundo es todo lo contrario a lo que esperaría una persona con un pensamiento totalmente limpio, puesto que la humanidad se ha encargado de ensuciar hasta las cosas mas puras, como la inocencia de un niño. "El planeta en el que vivo es el inodoro del universo" me dije a mi mismo una vez, no importa que edad tenía cuando dije eso, ni importará, me pare donde me pare en la linea del tiempo, esas palabras encajarán perfectamente, y eso es lo triste.

Navidad era mi época favorita del año, y se puede decir desde cierta perspectiva que aun lo es. Pocas razones semejantes quedan, como el frío o las luces, pero el agua que corre en mi mente esta sucia, como las que corren por las calles a modo de deficiencia colectiva. Lo que daría por un día dentro de aquel cuerpo que hoy porta melancolía, negativismo y miedo.





lunes, 2 de diciembre de 2013

Destino.



A partir de un pensamiento lógico diríamos que lo que llamamos destino no existe, que es solo otra forma del ser humano de justificar coincidencias reflexionadas por el mismo, y que todo lo que pasa dentro y fuera del globo terráqueo es pura coincidencia. Pero muy en el fondo, nos gustaría pensar que nada sucede al azar, y que todo esta colocado cuidadosamente en un hilo en linea recta, como si un futuro (preferiblemente brillante) esta frente a nosotros, y que solo debemos cumplir con nuestro "destino" haciendo lo que tengamos que hacer. Pero, ¿Qué es el destino?


Según nuestra confiable Wikipedia:   "...(también llamado fátum, hado o sino) es el poder sobrenatural inevitable e ineludible que, según se cree, guía la vida humana y la de cualquier ser a un fin no escogido de forma necesaria y fatal, en forma opuesta a la del libre albedrío o libertad"


Inevitable, ineludible, que terrorífico suena eso, ¿no? ¿Acaso no hay algo que les cause mas temor que saber que todo lo que pase a partir del próximo minuto esta escrito en alguna parte del más allá, y que por más que sientas que tienes absolutamente todo bajo control, nunca escogerás que demonios pasará contigo? Es sencillamente triste. Eres un títere del destino, y ya tienes el tuyo propio, desde que fuiste puesto en la barriga de tu madre... ¿Serás una promesa del cambio en el gobierno, un sociopata que asesinará 13 mujeres en su ciudad natal, un homosexual reprimido en un entorno social opresor (cariñosamente llamados abominación de la naturaleza por los cristianos) o simplemente un contador en una oficina, casado, 2 hijos en casa y uno en camino, pero de la mujer que conociste casualmente en la ciudad y de la que tu esposa no sabe nada aún?


¿Y que pasaría si supieramos el destino de las personas antes de siquiera nacer? Si no nos gusta el destino de nuestro hijo, lo modificaríamos logrando encaminarlo en algo totalmente distinto, pero si eso ocurre, su destino no sería su destino, o su destino hubiese sido que sus padres manipularan su destino para volver un destino falso en su verdadero destino...

Lo siento. Me emocioné un poco.


De todas formas estamos aquí, sin importar si creemos en el o no, comemos lo que nos ponen en el plato, asumimos nuestro rol, usamos los cubiertos correctos dependiendo de cada comida, etiqueta y protocolo, buenos modales y oramos antes de cada comida. Pero, ¿qué pasa si ese no es tu destino?